Natación Infantil


Natación para bebés: Al agua, con mamá y papá

Como homenaje a los niños en su día, nos adentramos en una actividad que une a padres y pequeños con beneficios que van desde la salud hasta el compartir un momento juntos: la natación para bebés. Graciela Areces, una especialista en la temática, nos fascina con detalles de esta enriquecedora experiencia para disfrutar en familia.

Uno de los grupos protagonistas de las clases de matronatación en el Centro de Natación Infantil.

“Lo pasé tan bien como mamá, nadando con mis propios hijos cuando eran bebés, y también como profe, acompañando a otros padres a relacionarse con sus bebés en el agua, que me gusta que se conozca esta actividad. Es una experiencia muy relajada, donde lo más importante es que el bebé disfrute junto a su mamá o su papá”. Las palabras, que entusiasman por demás a aquellos amantes de la natación que tienen hijos pequeños, le pertenecen a Graciela Areces, coordinadora del Centro de Natación Infantil, una institución dedicada especialmente al dictado de clases de natación para bebés y niños pequeños con más de 20 años de trayectoria.

Aunque seguramente en los últimos años más de uno ha escuchado en boca de algún papá o mamá amigo acerca de esto, la natación para bebés –que seguramente muchos conocen como matronatación- es en realidad una actividad que ya tiene bastante historia, sobre todo en aquellos países cuyas características geográficas y climáticas invitan a disfrutar del agua todo el año. “Acá en Argentina quizás se trate de algo más novedoso, pero en realidad la actividad es bastante antigua. Hay diferentes corrientes y, entre ellas, la primera nació ligada a la supervivencia: se trataba de conseguir que, en caso de que el bebé se cayera al agua, pudiese adoptar la posición dorsal y respirar. Nosotros no seguimos esa corriente para no exponer al niño a una situación traumática, sino que tenemos otra meta: estimular sus reflejos acuáticos para que pueda aprender más fácilmente a nadar. Cuando un bebé aprende no es tan consciente ni tiene miedos y, al comenzar de pequeño, a los tres años ya puede tener cierta independencia en el agua”, resalta Areces, quien además es profesora de Educación Física, licenciada en Nutrición y guardavidas.

Areces cuenta que en el Centro de Natación Infantil –ubicado en el barrio porteño de Villa Devoto y que dirige el profesor de Educación Física Alejandro Mugerli- hay quienes continúan nadando tras haber sido bebés y alumnos de las clases especialmente diseñadas para ellos y sus papás. En esos casos, en los que comparten pileta con otros niños que quizás no nadaron desde la primera infancia, la diferencia es notoria: los que comenzaron a familiarizarse con el agua siendo bebés son mucho más económicos en sus movimientos y avanzan con menor resistencia en el agua.

Graciela Areces, coordinadora del Centro de Natación Infantil.

Las clases de natación para bebés están dirigidas exclusivamente a niños a partir de los cuatro meses y requieren de la autorización del pediatra, además de la compañía de un adulto. En el caso de este Centro, la pileta está diseñada especialmente para la adaptación de los infantes al entorno acuático: un escalón de 20 centímetros permite que el bebé, por su propia cuenta, pueda tirarse solito a la pileta y no tenga que lidiar con espacios incómodos para sus dimensiones durante el aprendizaje.

En tiempos en los que las infancias aparecen atraídas por smartphones, tablets y pantallas en 3D, la actividad física provee de muchas herramientas para el bienestar físico y mental. Se trata, sin dudas, de otro argumento para acercar desde pequeños a los niños a un deporte que les abre las puertas desde los primeros meses de vida. “Es importante que nuestros hijos se empiecen a mover desde chicos, en estos tiempos de tanto sedentarismo, ya que el cuerpo se habitúa a la actividad”, destaca la Coordinadora de la carrera de Nutrición de la Universidad Nacional de La Matanza.

La natación, además, es reconocida por especialistas como el deporte quizás más completo para trabajar y poner en movimiento nuestro cuerpo. “Se trata de una actividad en la que trabajan todos los grupos musculares, más aún si se dominan todos los estilos. Deportes como el ciclismo o el running trabajan más que nada las piernas y, en ese sentido, no son tan completos”, evidencia la especialista en diálogo con el Hall de Honor de la Natación Argentina.

Pero ojo. Aunque se trata de un deporte, el hecho de que involucre niños debe ponernos alerta a los adultos y alejarnos de los deseos de competencia –nuestros o de los pequeños- para acercarnos a experiencias enriquecedoras como las del juego. Ya habrá tiempo, más adelante, para entusiasmarnos con la intensidad de los entrenamientos y los ritmos de las competiciones. “La competencia y el juego son cosas que están, a mi entender, muy separadas. Cualquiera que se acerque a nuestras clases, verá que los niños aprenden jugando. Eso es súper interesante. La Educación Física se originó de una rama militar y, por eso, venimos de formaciones vinculadas a escuelas de aprendizaje rígidas y competitivas. Ahora se trabaja más desde la autosuperación y los juegos colectivos y no desde la competencia con el otro. Ese es el camino que elegimos nosotros”, reflexiona Areces.

Más que regalos, si se piensa con la cabeza en frío, a nuestros niños lo mejor será regalarles momentos y tiempo junto a ellos. Quién dice que quizás este Día del Niño no sea una oportunidad para empezar a compartir una experiencia nueva juntos, bebés y papás, sumergidos en el agua.

Periodista: Malva Marani
Fotografía: Fabricio Di Dio