El nadador porteño Damián Blaum ya piensa en sus próximos objetivos de este 2018, tras haber cruzado exitosamente el Río de la Plata en un tiempo de 9h06m que mejoró una plusmarca que tenía 25 años de vigencia.
Damián Blaum se abraza con su esposa Esther y su hija Gala tras llegar a la costa argentina, tras 42 kilómetros de nado y establecer un nuevo récord absoluto en el Cruce del Río de la Plata.
Luego de ver el abrazo que, hace poco más de dos semanas, Damián Blaum le dio a su mujer y a su pequeña hija tras haber conseguido cruzar exitosamente el Río de la Plata en un tiempo que quebró un récord vigente desde hace 25 años, la historia contrafactual se preguntaría qué habría sido de ese abrazo, del nuevo récord y de la vida misma de Damián si el día en que optó por sumergirse en la natación en aguas abiertas hubiera tomado un camino alternativo. Lo curioso es que el destino y la historia parecerían haberse puesto de acuerdo para que Blaum se convirtiera en uno de los grandes nadadores de esta disciplina en nuestro país. De otro modo, parece difícil explicar cómo hace 25 años, cuando el nadador Gustavo Oriozabala instauró la plusmarca que el representante de River quebró el último 17 de febrero, la vida de Damián Blaum comenzaba a inclinarse por fuera de las piletas. “Recuerdo que aquel año, el ‘93, me tocó competir en un campeonato nacional infantil en el que, si la memoria no me falla, no tuve muy buenos resultados. Aquel momento fue uno de los primeros en los que me empezaba a plantear la posibilidad de dedicarme a nadar en aguas abiertas”, recuerda el deportista de 36 años. Tan sólo cuatro años después, Blaum compitió por primera vez en aguas abiertas. Y un cuarto de siglo más tarde, ya vencedor en tres de las grandes competencias del circuito FINA (Santa Fe-Coronda 2017, Capri-Nápoles 2010 y 2015 y Hernandarias-Paraná 2007, 2009 y 2010), campeón mundial en 2013 y olímpico en Beijing 2008, nadó el río más ancho del mundo -42,2 kilómetros, de Colonia a Punta Lara- en un tiempo de nueve horas y seis minutos que superó por más de una hora aquel récord de 1993.
“Este cruce era un desafío personal para mí -explica el nadador porteño-. Además, era mi primera vez nadando solo y sin rivales y eso lo hacía más especial. Por suerte se dio un lindo cruce, pero no me imaginaba que iba a tener tanta repercusión: eso me hace feliz porque suma mucho para mi trabajo y además difunde la natación de aguas abiertas en nuestro país, que es algo muy importante para mí”.
La realidad de encontrarse solo en el agua es totalmente diferente a la situación de competencia habitual y no es un factor menor a la hora de aventurarse en un desafío como el que realizó Blaum. “Nadar solo no es un detalle menor. Personalmente, me entreno para el circuito mundial en el que compito y busco ganarle a otros rivales, mientras que acá ganar es lograr un cruce exitoso. La sensación es completamente distinta: cuando hay rivales, uno centra muchísima energía y presión en lo que harán los otros, hay mucha más incertidumbre, no sabes cómo estará el otro ni cómo se desarrollará la prueba, únicamente podés imaginar… En este caso, yo tenía claro mi trabajo, mi objetivo y qué era lo que tenía que hacer: sólo me quedaba esperar que se diera un buen dia y que tanto la naturaleza como el río me trataran bien. Son como dos deportes distintos. Una cosa es competir y otra cosa es un desafío personal como este, donde no hay muchas vueltas: o lo conseguís, o fallás”, reflexiona el nadador argentino.
Damián entrena doble turno en la pileta olímpica del Centro Nacional de Alto Rendimiento como preparación para sus competencias de largo aliento en aguas abiertas.
El ganador de la clásica Santa Fe-Coronda el año pasado asegura que no esperaba superar prácticamente por una hora y media el récord vigente hasta su propio cruce, pero lo cierto es que -como parte de su entrenamiento habitual para el Circuito Mundial de la FINA- desde mediados de septiembre del año pasado comenzó a prepararse para hacer realidad su gran tiempo de nueve horas y seis minutos. “No me preparé especialmente para esta carrera, pero sí la había centrado dentro de mis prioridades del año y quería hacerlo bien delante de tanta gente que me alienta y me iba a esperar en mi llegada a Buenos Aires. Mi deseo era hacer un buen cruce, porque uno no siempre tiene la posibilidad de nadar cerca de casa y de la gente que quiere”, afirma el deportista, quien semanalmente nada entre 80 y 90 kilómetros repartidos en diez sesiones de dos horas y media.
Ni siquiera la suspensión del cruce sufrida tres días antes, habiendo incluso iniciado la prueba y recorrido gran tramo en el agua, lo hizo tambalear en sus objetivos durante el segundo intento, el sábado 17 de febrero. “La suspensión fue un golpe muy duro y un error increíble, pero hubo una muy rápida reacción de los organizadores y eso ayudó a que yo pudiera centrarme nuevamente en mí y no cargarme de energía negativa”, recuerda Blaum.
Al llegar a Punta Lara y luego de abrazar a su pequeña hijita y a su mujer, la también nadadora (y su entrenadora) Esther Núñez, fue consciente de la nueva plusmarca que estaba en sus manos y de los 25 años de un récord que acababa de hacer añicos. Quizás, ni siquiera se detuvo a pensar qué era de su vida un cuarto de siglo atrás, cuando empezaba a considerar animarse a salir de la pileta y dedicarse de lleno a las pruebas acuáticas de largo aliento. “Fueron muchas cosas las que me hicieron volcarme a la natación en aguas abiertas -rememora Blaum-. Recuerdo haber descubierto que, como nadador, yo tenía un techo en la natación de pileta: nunca fui un tipo talentoso, ni técnica ni físicamente. Mi gran virtud ha sido siempre mi cabeza y yo sabía que, en este tipo de pruebas, la pelea era contra la naturaleza y contra uno mismo. En esta disciplina, lo mental es fundamental: si llegás con una cabeza floja a una carrera de ocho horas, no tenes nada que hacer”.
El próximo desafío para el destacado nadador argentino será la prueba del Lac St. Jean, en Canadá, el próximo 28 de julio, segunda etapa del UltraMarathon Series FINA 2018. En la primera competencia del certamen, la Santa Fe-Coronda, realizada a principios de febrero y donde resultó vencedor el cordobés Guillermo Bértola, Blaum no logró finalizar la prueba. Lo cierto es que, más allá de las siguientes fechas por la Copa del Mundo, el argentino planea cerrar el 2018 con otra hazaña: cruzar el Canal de Beagle, donde la verdadera dificultad es atravesar el estrecho en aguas de bajísima temperatura. La clave, como asegura el propio Blaum, estará en preparar la cabeza para ganar este juego mental que significa cada prueba de aguas abiertas: “En una carrera tenés tiempo para pensar en todo, desde quién te mandó a estar nadando acá hasta qué necesidad hay de sufrir tanto… Se te pasa toda tu vida por la cabeza en un nado de nueve horas. Es como un juego mental, en el que aparecen un montón de imágenes negativas y dolores de todo tipo, pero lo importante es que te da la posibilidad de salir fortalecido después de haber sido capaz de superar todo eso”.